Este cuento precioso con un alto contenido pedagógico y de enseñanza, útil para los pequeños, sin caer en el adoctrinamiento aburrido, sino conservando el toque de fantasía e imaginación imprescindible en la infancia.
Las ilustraciones son del artista español Alfredo Casterá y el diseño de Henry Cid.
Escritora Dulce Elvira de los Santos